jueves, 20 de diciembre de 2012

Hello World


Inauguraré este blog, no con una expedición o una aventura en tierras lejanas, ni con una excursión de fin de semana a Pirineos, ni siquiera con una salida por mi amada sierra riojana. De momento, os dejaré algo que escribí hace algún tiempo a la espera de que mis proyectos vayan asentándose y con ello pueda empezar a preparar nuevas salidas interesantes.


“La conquista de lo inútil” Lionel Terray

Un día escuché, ¿qué te reporta subir a lo alto de una montaña o sufrir frío y viento en una travesía glaciar, por ejemplo?. A esto, unos responderán que unas excelentes vistas, o una gran satisfacción personal, dirán otros; pero lo cierto es que yo no supe qué responder. En su lugar pensé: pero, entonces, ¿qué me lleva a introducirme en lo más profundo, oscuro y húmedo de una caverna? Desde luego, las vistas al final de la cueva no son, me dije a mí mismo. Y con ésas me quedé, pensando y pensando.


De este tema he de decir que han corrido ríos de tinta, y también de saliva aunque esta afirmación es menos literaria, pues al calor de unas cervezas, tras quince horas de caminata y cómodamente sentado en un refugio, este tema, en concreto, es muy recurrente. Si todavía os lo preguntáis como yo, creo que es algo más profundo, más instintivo y visceral, lo que lleva a unos cuantos locos a tirarse al monte y realizar cuanto en él se puede. Se podría decir que son ganas de escapar de lo mundano, de descubrir, de conocer, en fin, de VIVIR lo que la naturaleza nos brinda; y si esto que ansiamos es difícil, aislado y comprometido, mejor que mejor. Es así, los montañeros somos gente extraña, admitámoslo. Buscamos esa comunión con la naturaleza y con los compañeros que nos rodean, lo cual es una soberana estupidez, porque en demasiadas ocasiones lo primero te arrebata lo segundo. Pero aun así la montaña engancha, te embelesa con sus dulces néctares de adrenalina.

Y así, generación tras generación de montañeros, todos se han hecho la misma pregunta. La cual, como me ha pasado a mí hoy, todavía no encuentra una buena respuesta sino que en su formulación nos dedicamos a divagar y a decir o escribir cosas sin mucho sentido. Y mientras tanto, seguimos a lo nuestro: “La conquista de lo inútil”.

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